Darío Sztajnszrajber, filósofo: “Ahora la nueva frontera es nuestro propio cuerpo”

Hoy en medio de la crisis sanitaria mundial y el confinamiento Darío Sztajnszrajber, nos entrega su mirada filosófica sobre la pandemia y sus reflexiones que comparte a diario por las redes sociales. Intercambia, con La voz de los que sobran sus impresiones de lo que ha provocado la aparición del Covid-19  y de lo que vendrá. De cómo este evento cuestionó nuestra forma de vida y la de relacionarnos con los “otros”.


Sztajnsrajber es licenciado en filosofía, ensayista, profesor, conferencista y conductor de televisión. Educa sobre filosofía en los medios masivos de comunicación y la ha vuelto más accesible. Es autor del libro “Filosofía en 11 Frases” (entre otros) que vendió 70 mil ejemplares en Argentina.

En entrevista con este medio conversó sobre los desafíos que se dieron en medio del aislamiento social. En todo lo que cambió en la cuarentena, en el modo de relacionarnos con el otro y todo lo que teníamos normalizado en nuestras rutinas. También sobre las preguntas que tenemos acerca del futuro próximo.

“¿Qué pasara mañana cuando esto acabe?”, es la pregunta que queda en el aire y Sztajnsrajber responde.

-“Creo que el concepto de post pandemia, es un concepto que como toda categoría que comienza con un post, da para pensar. Genera la ilusión, de un final de todo este acontecimiento y me parece que en eso, el post es categórico. Estar viviendo la post pandemia significa entender que todo este proceso no es que va a terminar, como si hubiese sido un una situación con un comienzo y un final definido. Creo que ya estamos viviendo la post pandemia, eso significa haber incorporado de algún modo una nueva relación con el cuerpo o con el otro, con la salud, también con la idea misma del individuo hombre, de cómo nos pensamos.

El filósofo acaba de lanzar su quinto libro “Filosofía a martillazos” donde ahonda en algunos temas como la verdad, el amor y la democracia, y que trasmite a los lectores de una forma sencilla las complejidades de temas profundos. Sin embargo, este tiempo ha sido reflexivo referente a la pandemia donde ha hecho diferentes lecturas respecto al confinamiento y el distanciamiento con el otro.

“Fundamentalmente corrernos de la idea de que todo está situación vino y estamos a la espera de que se vaya. Sino al contrario, comprender que la famosa mal llamada “nueva normalidad”, no es algo que está por venir, sino algo que ya está instalado. Entonces ¿de qué modo todo lo que fue sucediendo, transformó una vez más las condiciones de existencia humana? Esa es la pregunta que nos tenemos que hacer. En especial, porque ha tenido y sigue teniendo consecuencias bastante negativas, en términos de lo que son proyectos de emancipación. Se fueron como potenciando para mí políticamente rasgos de distanciamiento con el otro, digamos que más allá del distanciamiento específico en términos de prevención, se han vuelto formas muy refractarias en la relación con el otro.”

El coronavirus nos ha costado el sueño, es algo muy difícil de no pensar, ya que genera incertidumbre en el futuro. El filósofo argentino expresa su preocupación sobre que la pandemia profundice aún más ese distanciamiento que teníamos con el otro e interfiera así en las libertades personales.

“Hay una lectura más pesimista que vengo haciendo en relación a las consecuencias sociales de este acontecimiento. Esta idea de que la pandemia en algún momento termina o está terminando o se está incorporando de algún modo, cómo decíamos anteriormente. Hay algo ahí, de la estructura del confinamiento, que me parece que queda impregnado en nuestra subjetividad. Y en ese sentido digamos, todo apunta a una relación de distanciamiento cada vez más intensiva con el otro. La otredad, de por sí en sus negaciones y exclusiones más férreas, siempre estuvo asociada a la figura de la contaminación, de lo enfermo, de la de la bacteria. Imagínate que ahora, la metáfora se ha vuelto una realidad material concreta y el panorama hacia el futuro, es para mí bastante pesimista porque entiendo que hay como una propensión a seguir haciendo del otro un agente patógeno.

Sin embargo, puedo vislumbrar algún tipo de experiencia positiva, más optimista en relación a una búsqueda más existencial, más personal de cómo nos impactó a los seres humanos en nuestra subjetividad; en el desquiciamiento de ciertas coordenadas cotidianas, que nos venían ordenando. Hablo específicamente del tiempo y del espacio, el tiempo claramente es otro y hablar el espacio con la difuminarían de la frontera, entre él afuera y él adentro, algo que me parece muy interesante de pensar, a la luz de esta nueva realidad.”

Sztajnszrajber conduce el programa “Seguimos educando” que se trasmite de lunes a viernes, por la televisión pública argentina, donde imparte material pedagógico para los jóvenes en distintos niveles. También sigue con sus charlas online y se ha convertido en el filósofo más visto en Youtube, donde comparte sus reflexiones, analizando a su alrededor lo que está pasando y llevándonos a cuestionar nuestra propia existencia, desde el mundo en que hoy nos paramos.

Sobre el confinamiento, es interesante preguntarnos ¿Cómo poder repensar el término en relación tanto a de dónde venimos? ¿Hacia dónde vamos?

-“Creo que el confinamiento, siguiendo a diferentes teóricos del disciplinamiento social, ya era una metáfora que venía funcionando con mucha eficacia desde antes. Podemos hasta pensar la prevalencia del yo, en lo que se conoce ambiguamente como posiciones individualistas, como un modo de confinamiento en uno mismo, en la mismidad. Hay un autor, que se llama Emmanuel Lévinas, que justamente trabaja esas relaciones de atención y tensión entre lo mismo y lo otro. Hasta qué punto, el confinamiento en la mismidad -priorizando siempre aquello que nos identifica con nosotros mismos- es una manera de negar al otro o de hacer del otro una proyección de esa mismidad o hacer del otro un medio o una cosa para la expansión y desarrollo del yo, o sea una cosificación del otro. Son todas formas de “desotrar” al otro, pero que implica un principio de confinamiento.

-Cuando Paul Preciado, en un artículo maravilloso del mes de marzo, que sacó en El país, que se llama “Aprendiendo del virus”, dice que la nueva frontera hoy es el tapabocas, está de algún modo invitándonos a pensar cómo cada vez más hay un reconfinamiento en uno mismo, proporcionalmente se expande el lugar de lo ajeno no, extranjeros son todos los que no soy yo, ahora si la nueva frontera es nuestro propio cuerpo. Obviamente, son todas estas lecturas que tienen que ver con despegar al confinamiento de su sentido preventivo. Desde la filosofía, la tarea es visualizada como ambas facetas o sea no estamos minimizando para nada el carácter y la contundencia preventiva que tiene el aislamiento para que la pandemia no avance, pero al mismo tiempo no podemos dejar de analizar, por un lado los efectos y por otro lado las predisposiciones”.

Hablamos recién sobre las metáforas previas, qué pasa si el futuro nos preocupa mucho, que de algún modo quede impregnada la subjetividad con el dispositivo del confinamiento. Más allá luego de que la pandemia continúe o no, es la preocupación mayor que la pandemia termina con él confinamiento y continúa este ya no como un confinamiento concreto, sino como una matriz de vínculo con el otro”

El filósofo argentino estuvo veinte años en las salas de clases educando a jóvenes. Participó en el programa “Mentira a la verdad” de Canal Encuentro, donde explicaba la filosofía con escenas de lo cotidiano, el que se volvió todo un éxito y él una especie de “rockstar” del país transandino donde cautivó con sus actuaciones y narrativas. Sobre el rol de la filosofía, hoy en la educación a distancia, comenta

“Estuve hace unas semanas con gente de la USACH, en un encuentro virtual y la verdad que hay algo con la filosofía que tiene que ver con la circulación de la palabra, que dé algún modo está viva. No es casual que Sócrates no haya escrito nada y que haya reivindicado en la antigüedad misma ese valor del diálogo, como acontecimiento vivo. La filosofía es una experiencia que se puede hacer de distintos modos, se puede leer obviamente, porque además es un género literario y su historia tiene que ver con sus textos, con la escritura. Pero al mismo tiempo y en tensión con eso, hay una filosofía que se realiza en el aula, entendiendo que todo espacio en el que se produzca una conversación filosófica, ya deviene una ola, porque hay una transformación permanente de los interlocutores.

Creo que la virtualidad no solo no apacigua, sino que al revés, potencia las posibilidades de que se siga haciendo filosofía de distintos modos, con distintos disparadores o sea otros estímulos. En la Argentina, los que hacemos divulgación de la filosofía, la estamos todo el tiempo enhebrando con lo cotidiano, pero también con otros géneros artísticos, tratando de popularizarla y más en estos tiempos donde me parece que resulta hiper necesario. Digamos que para poder, no sé si tanto comprender lo que nos pasa en la pandemia, sino más pelearnos contra esas comprensiones hegemónicas que nos bombardean día a día de los medios y nos configuran, en la forma de relacionarnos con lo que pasa.

La verdad, que hoy más que nunca, tenemos que tratar como escaparle al sentido común, que ha hecho de todo este acontecimiento y lo ha llevado a lugares, digamos, no sé si suman, como la narrativa militar por ejemplo, para explicar el virus como un enemigo invisible, entre comillas o la narrativa apocalíptica religiosa. Creo que una vez más todo esto muestra que se trata de un conflicto de narrativas y entonces la filosofía tiene que estar más atenta que nunca, a poder pensar desde otras perspectivas”.

Sztajnszrajber ha pasado esta crisis sanitaria reflexionando sobre el difícil momento que está atravesando la humanidad, como todos los filósofos alrededor del mundo. Varios de sus colegas apuestan a un colapso del sistema capitalista y otros a una visión más bien pesimista y no creen que después de esta crisis exista una revolución en referencia a los sistemas económicos, pero sí en relación a un cambio en la forma de relacionarnos. El coronavirus nos ha costado el sueño estos meses, se hace muy difícil el no pensar en el futuro y la filosofía se trata de aquello, de pensar y repensarnos.

 -“A mí lo que me ha pasado personalmente, es que me han cambiado como ciertos hábitos. Estoy haciendo radio, obviamente desde mi estudio, pero te diría que no sé qué le pasa en general a toda la gente que hace radio, pero yo no vuelvo más al estudio de radio. Aquí además me queda en el micro centro de Buenos Aires. Y la experiencia de hacer radio desde mi estudio, es buenísima. Por eso digo que hay como experiencias que se fueron dando, con la obligación de generar ciertos cambios. Que también, nos han develado otras facetas y que también están buenas, por ejemplo ese caso de la radio. Y después, desde marzo fui convocado para dar una mano en la televisión pública, haciendo programas para los estudiantes que no están yendo a las escuelas, entonces, la verdad que tuve una vida un poco más diversa que la mayoría, porque todos los días salía para grabar todos los programas. Pero obviamente, hay una situación nueva que ha generado que todos tengamos que vérnoslas con nuestros límites, en relación a cuestiones tan normalizadas y por lo tanto invisibilizadas, como por ejemplo, qué es estar aburrido, no.

-De eso se tratan los procesos de normalización, no tanto de esos poderes que uno visualiza frontalmente, acá es donde empezamos a ver cuán configurado tenemos en nuestra subjetividad, la idea de que es lo aburrido, lo entretenido, si un par de días que tenemos que estar como desconectados del cotidiano y no sabemos ya dónde colocar la neurona. Entonces yo soy muy pesimista con las consecuencias sociales de todo esto que está sucediendo y sin embargo, sí apuesto por algún tipo de desplazamiento de la subjetividad, que permita justamente visualizando los contornos que construyen lo que somos y poder mover un poco”, concluye.

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