Se reciben las primeras docentes formadas dentro de la Villa 31

Este año, el humilde asentamiento porteño tendrá la primera camada de egresadas del profesorado Dora Acosta, el primer instituto del barrio que permite continuar con los estudios después de terminar el colegio secundario.

El profesorado Dora Acosta abrió sus puertas en 2014 dentro de la Villa 31, un año después el Ministerio de Educación de CABA le otorgó el reconocimiento oficial. Impulsado por la organización El Hormiguero, es el primer establecimiento dentro del barrio que permite seguir estudiando después de terminar el colegio secundario. Este año, la Villa 31 tendrá la primera camada de egresadas formadas dentro del barrio.

Gisela, de 32 años, es una de las alumnas que comenzó hace un mes a hacer la residencia. «Acá la mayoría de las vecinas y vecinos habíamos terminado el secundario gracias a los bachilleratos populares, a los FINES que se habían instalado acá. Se veía que terminábamos el secundario pero no podíamos acceder a una carrera a nivel universitario o terciario.Es la primera experiencia que ocurre en la Villa 31 de tener un profesorado reconocido que nos da un título». Junto a Gisela, otras siete futuras maestras de primaria esperan recibirse a fin de año.

Florencia Martín, coordinadora del profesorado rescata: «Es importante que se formen docentes en la 31 porque lo que permite es garantizar el derecho a la educación en un lugar que cuando miramos el mapa de la Ciudad está excluido, no está integrado. Que ahí adentro haya un Instituto de formación docente permite garantizar ese derecho, generar inclusión y pensarse en un proyecto de vida que, hasta que el Dora Acosta no estuvo en el territorio, no era considerado como una posibilidad».

María Bielli, socióloga, rectora del profesorado Dora Acosta y referente de la organización, explica: » Inauguramos el espacio de ‘Cuidado’ porque entendemos que hay un montón de compañeras que viven en los barrios y no tienen una red de cuidados que le permita seguir formándose, trabajar, tener determinada autonomía. En la Ciudad de Buenos Aires faltan vacantes para que esos pibes y pibas puedan tener un espacio de educación y para que las madres puedan desarrollarse con libertad».

«Miro para atrás y veo todo el recorrido que hice y todo lo que he crecido y me da mucho orgullo. En mi familia voy a ser la primera que tenga un título terciario, la mayoría terminó el secundario y no pudo continuar con sus estudios. Haber estudiado y haberme recibido en un profesorado acá y salir al mundo a volcar todo lo que me han enseñado me llena de orgullo», concluye Gisela.

Fuente: Crónica

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