Estamos a horas de un nuevo 25 de diciembre, y como siempre y desde siempre Navidad es para el Mundo el signo inequívoco de que algo puro, bello e inimaginablemente importante está por suceder.
Nos preparamos para celebrar un nuevo cumpleaños de nuestro “amigo” Jesús y, además de la alegría que conlleva el festejo de cualquier cumpleaños, éste en particular nos retrotrae a un hecho que ante el riesgo de “quedarnos cortos” ni siquiera puede catalogarse de histórico, ya que estamos en presencia de un acontecimiento que sin dudas, más allá de las creencias que cualquier ser humano tenga, cambió literalmente la historia y el rumbo de la raza humana.
Y es que Jesús vino a este mundo con el solo propósito de mostrarle a los hombres que se puede ser bueno y amar al prójimo sin necesidad de ser falso ni hipócrita, con las palabras justas y el accionar correcto en todo momento y ocasión.
Vuelven y quedan en la memoria de todos los creyentes, miles de millones en todo el planeta, las enseñanzas, parábolas y milagros de los que dan cuenta las Sagradas Escrituras. Y es que el unigénito del Altísimo, nacido sin pecado de la Virgen María, sólo vino a este “valle de lágrimas” para salvarnos y demostrarnos que más allá de la muerte física hay una vida eterna en la que sólo son posibles la Paz, la Alegría por el reencuentro con los seres queridos y un transcurrir sin tiempo que no es sino un bálsamo para el alma.
Cada 365 días la Navidad nos da la oportunidad de un nuevo comienzo en la Fe, de un renacer de la esperanza y la posibilidad de ser un poco mejores que el año anterior por nuestro bien y el de toda la humanidad.
Amén…
José Luis Venturino para El Portal de la Esperanza
