La casa en la isla más pequeña del mundo

En tiempos de pandemia es común que las casas más solitarias y alejadas en destinos muy bellos de todo el mundo sean las más codiciadas.

Pero estas ideas “descabelladas no son fruto de la actual situación mundial sino que vienen desde hace muchos años

En el límite entre el Estado de Nueva York y Canadá corre el río Saint Lawrence. Y en el año 1950 una familia muy adinerada compró un pequeño terreno en una isla aún más diminuta sobre ese río para tener su propia playa privada como patio trasero de su casa.

En ese momento lejos estaban de imaginar que su compra terminaría figurando en el Libro Guinness de los records por estar su propiedad construida sobre la isla habitada más pequeña del mundo.

Esta casa se hizo con los años mundialmente conocida como “Just enough room island”, algo así como “isla del espacio suficiente”. El terreno en cuestión se encuentra justo en el límite que divide a EEUU de Canadá y es la isla más pequeña del archipiélago de las Thousand Islands (“mil islas”).

Como mencionábamos antes esta historia comienza en la década del ’50, cuando una familia de apellido Sizelands compró una tierra abandonada frente a la bahía de Alexandria, con el objetivo de construir allí su casa de veraneo.

Lo inusual es que esa diminuta isla tenía 310 metros cuadrados, pero ellos creyeron que allí se podría construir una propiedad de dos pisos y una muy pequeña playa, sin vecinos a la vista.

Para lograr su objetivo usaron cada centímetro cuadrado de tierra seca y al cabo de un año ese terreno del tamaño de una cancha de tenis se había transformado en una muy cómoda casa de vacaciones.

Como se puede apreciar en las múltiples imágenes de la propiedad que dan la vuelta al mundo, apenas una franja de arena alrededor de la casa da origen a la playa privada de la familia.

Pero lo que en principio fue una excelente opción de descanso, se convirtió con el paso del tiempo en una pesadilla. Miles de turistas empezaron a navegar alrededor de la isla para tomar fotos y admirar la magnífica construcción flotante, ahora convertida en una gran atracción turística.

En algunas épocas del año la arena alrededor de la casa desaparece y la casa parece literalmente flotar sobre las aguas, incrementando su interés.

Y aunque ningún turista puede poner un pie en la propiedad sin permiso, muchos navegan por Alexandria Bay solo para verla de cerca, y comparten sus opiniones en las redes sociales. Gracias a sus miradas curiosas y al espíritu periodístico que tienen quienes pasan por allí, circulan varias fotografías de la casa en Internet.

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